La electrónica transitoria —dispositivos diseñados para desaparecer sin dejar residuos— está dando pasos importantes hacia un futuro más seguro y sostenible. Un equipo de investigadores de la Universidad de Binghamton ha creado una batería completamente biodegradable que se alimenta de probióticos y se activa solo en ambientes específicos, como agua contaminada o el sistema digestivo humano.
Tecnología basada en bacterias… y papel
Este desarrollo combina componentes electrónicos sobre papel (“papertrónica”) con un biocombustible inusual: una mezcla segura de 15 cepas de probióticos. Estos microorganismos, comúnmente presentes en alimentos fermentados, generan electricidad cuando se combinan con un electrodo poroso especialmente diseñado para facilitar su crecimiento y actividad.
La batería no contiene materiales tóxicos como el litio, y su estructura está recubierta con una capa sensible al pH, lo que le permite activarse solo en medios ácidos. Esto la hace ideal para aplicaciones médicas (como dispositivos ingeribles) o sensores ambientales que no deben dejar rastro tras su uso.
Energía limpia que desaparece sin dejar huella
Además de ser biocompatible, esta batería elimina la necesidad de recuperar o desechar residuos electrónicos. Su diseño busca resolver uno de los retos más urgentes en electrónica portátil y médica: cómo alimentar dispositivos sin comprometer la salud ni el medio ambiente.
Este prototipo aún está en etapas tempranas, pero representa un avance real hacia fuentes de energía sostenibles, seguras y completamente integradas con su entorno. Es una solución pensada para desaparecer… después de cumplir su propósito.